Los objetivos utilitarios y de servicio hacia el hombre, sea recreativo, deportivo o terapéutico, dejaron de ser el camino para intentar rescatar la esencia y dignidad equina, fundamental para la amistad verdadera. Amistad que muchas personas tenemos con los caballos que amamos, pero que casi siempre se corrompe por prácticas culturales que repetimos sin cuestionar.
Tratando de responderme si era posible perpetuar una relación donde se evitara la dominación autoritaria y utilitaria, ya que nada tenían que ver con las necesidades naturales de los caballos, dediqué el tiempo a estar junto a ellos en su día a día, compartiendo sus vidas, desde el desapego y sin expectativas.
Mi experiencia en prácticas orientales, nativas amerindias y en filosofías como la ayurveda y la medicina china facilitaron la contemplación y meditación. Fue entrar a un vacío y fuente original donde la sincronía y la coherencia se volvían cada vez más conscientes.
En ese punto, conceptos y técnicas utilizadas anteriormente fueron perdiendo su sentido ya que otra perspectiva de la realidad se abría ante mí, una que me interpelaba y conducía a otros objetivos más sinceros para mí, el bienestar holístico equino en su medio natural.
Las interpretaciones antropomórficas acerca de la vida de los caballos que sólo justificaban acciones humanas de control y sometimiento como el liderazgo, la jerarquía, dominancia o sumisión, dejaban de ser el prisma por el cual observaba.